La municipalidad realizó la adecuación de la cocina, corrección de fugas, acometida completa y mantenimiento al alimentador en la red principal de gas para beneficio de más de 40 ancianos que atiende la Fundación Hogar para Ancianos “La Mano de Dios”.
Desde hace 22 años, la Fundación Hogar para Ancianos “La Mano de Dios”, ubicada en la parroquia Olegario Villalobos, brinda cuidado y atención a un promedio de 40 personas de la tercera edad, pero desde hace un año tenía problemas con el suministro gas. Ahora, la Alcaldía de Maracaibo, a través del Servicio Autónomo para el Suministro de Gas e Infraestructura del Municipio Maracaibo (SAGAS), llegó para brindarles soluciones.
Rafael Ramírez Colina, alcalde de Maracaibo, destacó que Fundación Hogar para Ancianos “La Mano de Dios” es la número 17 en ser beneficiada por el programa Cocinando seguro en lo que va de 2024, y que con las mejoras hechas en la cocina y la optimización de suministro de gas ya no tienen que esperar tanto para que la comida les sea servida.
“Ahora cuentan con más hornillas y mayor presión de gas, lo que facilita y acelera la preparación de los alimentos. Un proceso que antes era complicado, hoy es más eficiente, permitiendo que nuestros abuelos no solo coman a tiempo, sino que también puedan seguir con su rutina diaria sin interrupciones”.
Oscar Zerpa, director de Sagas, explicó que la intervención incluyó la adecuación de las hornillas, corrección de fugas y la acometida completa desde la avenida principal hacia la cocina, garantizando la seguridad y eficiencia del servicio. Además, se donaron utensilios y recipientes para almacenar agua potable.
Elizabeth Ramírez, presidenta de la Fundación Hogar para Ancianos “La Mano de Dios”, destacó que las recientes mejoras en el servicio de gas, que han tenido un impacto positivo en la rutina diaria y calidad de vida de los abuelos residentes.
«Antes, los abuelos no desayunaban hasta las 10:30 de la mañana, lo que retrasaba todo el día. Almorzaban después de las 2.00 de la tarde y la cena se servía casi a las 8 de la noche. Solo podíamos usar dos hornillas porque la llama era muy débil», explicó Ramírez, quien fue la que realizó la solicitud al Sagas.
«Me puse en contacto con ellos y al día siguiente enviaron una cuadrilla para evaluar las instalaciones. Empezaron a trabajar de inmediato y fue estupendo», comentó, al tiempo que explicó que “los ancianos se molestaban y algunos se descompensaban por la espera cuando no comían a tiempo”.
Eunice Camargo, de 44 años, quien ha trabajado en la cocina de la fundación durante cuatro años, comentó acerca de las dificultades que presentaba el personal a la hora de preparar los alimentos. “Antes se tardaba en salir el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. Ahora no, ahora todas las comidas salen a la hora y los abuelos se sienten más contentos. Dónde antes escaseaba el gas, ahora hay que bajarle a la llama porque se vuela la paila”.
Arely Portillo, licenciada en ciencias matemáticas de 73 años y residente de la institución desde hace un año, compartió cómo mejoró su calidad de vida y su dinámica diaria desde que se realizó la intervención. “Cuando tocaba esperar la comida era un poquito molesto, tardaba mucho y comíamos a deshoras. Ahora me siento feliz”.
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