Una representación de los 800 graduados del IMCEC durante 2022 en Maracaibo, hablan sobre el impacto de la capacitación en sus vidas, porque detrás de cada certificado hay una historia de superación.
“Hay quienes no tienen nunca la oportunidad de aprender un oficio y obtener así una forma honesta de superarse en la vida. Por eso es que, los cursos del Instituto Municipal de Capacitación y Educación Ciudadana (IMCEC), tienen un gran impacto y valor. La capacitación tiene el poder de cambiar vidas y cambiando vidas transformamos una ciudad. Cuando vemos a 800 marabinos cambiando su destino, nos llenamos de orgullo y de más fuerza para seguir ayudándolos”, manifestó el alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez Colina, durante la última graduación de capacitación del IMCEC.
Maracaibo tiene ahora, nuevos panaderos, reposteros, peluqueros, gestores de contabilidad, reparadores de computadoras, entre otros; muchos de ellos niños a partir de 10 años y hasta personas de la tercera edad, que nunca habían emprendido. Personas que expresaron su gratitud y el significado de haber adquirido el conocimiento.
Isaías Materán, estudiantes de 6to grado de 11 años de edad, realizó el curso de Reparación y Mantenimiento de Computadoras en la sede de Francisco Eugenio Bustamante. La inquietud le nació de la necesidad que tenía su tío de limpiar su computadora, pero ahora, descubrió su pasión por la tecnología.
“Lo que más me gustó fue aprender a limpiar un teclado porque tiene muchas piezas que se pueden romper. Siempre había querido arreglar una computadora, ahora lo voy a poder hacer cada vez que quiera. Descubrí lo que quiero ser en la vida: quiero estudiar ingeniería para poder vivir de reparar todo lo tecnológico como lo hacen mis tíos”, expresó con gran entusiasmo Materán.
Génesis Guanipa, obrera de 33 años y graduada de panadería básica, panadería navideña y repostería, explicó que estudió en la sede del IMCEC en Francisco Eugenio Bustamante con su hija de 16 años que está pronto a terminar el bachillerato. El plan de esta madre e hija es que la menor pueda empezar a producir desde su casa con la inversión de la mayor.
“No había podido pagarle a mi hija ningún curso para que pudiera empezar a desarrollar su sueño de ser repostera. En ningún lugar dictan cursos gratis y uno está con las manos atadas en medio de una situación económica tan difícil. No queremos que nuestros hijos se vayan de nuestro lado y por eso necesitamos que encuentren algo productivo qué hacer aquí. Vamos a aprovechar estos conocimientos al máximo”, señaló Guanipa.
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